jueves, 13 de noviembre de 2014

Generacion Ni-Ni Micaela Segui Rosales

La generación Ni-Ni en Argentina, futuros pobres desmotivados y sin futuro.

El fenómeno en crecimiento de los jóvenes que no trabajan ni estudian. La familia, el sistema educativo, la pobreza y el desempleo son algunos de los factores determinantes.



En nuestro país, existen alrededor de 1,5 millones de jóvenes entre 17 y 30 años que no estudian ni trabajan, lo que genera una situación crítica para el futuro del país y no ayuda a satisfacer la demanda laboral.
No tienen problemas para realizar tareas, pero les cuesta sostener la rutina del trabajo. Para ellos lo difícil no es entender qué hacer, sino ir a trabajar todos los días ocho horas, muchas veces en condiciones precarias y sin cumplimiento pleno de los derechos laborales, también en parte porque muchos no han visto trabajar ni a sus padres ni a sus abuelos.
Son muy pocos los jóvenes que “nunca” estudian ni trabajan. En la mayoría de los casos entran y salen: están un tiempo en la escuela, no logran sostenerse y se quedan afuera o enganchan un trabajo con mucha dificultad que, generalmente, no termina de darles continuidad, ya que en muchos casos se realizan mediante la modalidad de contrato sin papeles.
El hacinamiento y las adicciones aumentan los problemas: un ciclo frecuente es el de un chico que, hacinado en su casa, se va a la esquina porque hay más lugar y mejores condiciones. Ahí empieza a consumir porque todos lo hacen y luego se endeuda. Allí es donde se le acerca alguien a ofrecerle cualquier alternativa para cancelar esa deuda. Esta es una realidad de la que muchos son víctimas y se completa con una creciente estigmatización que los identifica como culpables de la inseguridad.

La situación se agudiza en las clases sociales más marginales, pero el problema no distingue clases, aquellos que tienen acceso a la educación superior no siempre aprovechan esta ventaja.
La antropóloga María Cristina Bianchetti habla de la falta de proyectos de los jóvenes como el resultado de núcleos familiares disfuncionales. La tendencia, así, es la de satisfacer las necesidades más básicas, resignando, inconscientemente, sus ambiciones.
Parte de esta situación se explica en el quiebre que sufrió en el  imaginario social la idea de progreso, en la que el esfuerzo ofrecía la recompensa del ascenso social. Actualmente esta proyección se ha desvanecido y en su lugar crece la filosofía individualista del neoliberalismo.
Los datos concluyen con que 550 mil adolescentes de entre 14 y 18 años abandonaron la secundaria. Entre los motivos figura que “la escuela no sirve para nada”. En cuanto al campo laboral, no se insertan por desidia, aunque también porque no tienen posibilidad, capacidad o suerte para hacerlo. Tomemos una ley básica de mercado: para que haya demanda tiene que haber oferta, y sabemos que, desde hace años en nuestro país, las ofertas de trabajo escasean.

Es entonces que cabe preguntarnos, ¿Existen condiciones laborales para la inclusión plena de la sociedad? Es fundamental para el desarrollo de las personas poder desarrollarse como individuos dentro de la comunidad, tarea que debería ser motivado desde los organismos públicos y de la voluntad de cada uno de nosotros.





Micaela Seguí



No hay comentarios:

Publicar un comentario